jueves, 24 de julio de 2008

Por una crítica deseante

Insensatos quienes lamentan la decadencia de la crítica, porque su hora sonó hace ya mucho tiempo, dice Walter Benjamin en una suerte de discurso necrológico. Y si quisiéramos seguir rastreando certificados de defunción de nuestra actividad podríamos encontrar algunos más que notables, y hasta incluso divertidos. Parecería ser que en muchos casos el solo planteo de esta desaparición merece ser disfrutada como si se tratase de una crónica de una muerte anunciada y anhelada. Y aclaremos que esto no ocurre exclusivamente en nuestro país, sino que a lo largo y a lo ancho del mundo intelectuales o artistas anuncian, sin pena, algo que al menos nos debiera dar tristeza. Pero indudablemente los que la ejercemos a diario debemos haber equivocado el camino en algún determinado momento para devenir en seres siempre sospechados en cuanto a nuestras intenciones y objetivos. Sucede que en vez de ser compañeros de ruta, nos convertimos en jueces del arte, olvidando que es mucho más entretenido el lugar de cómplices y testigos. Continúa en esta entrada.